Entre los escombros...

En lo más oscuro de la ciudad de Saint Anne una joven de tes pálida, cabello negro azabache que se ondeaba con la brisa y unos ojos azules centelleantes, se encontraba enfrente de algo que parecían ruinas. Habían piedras por doquier y a lo lejos, se podia ver una gran cruz, rota y con ese ser llamado 'Jesús' colgando de ella..

Mil y un pensamientos surcaban en la cabeza de aquella joven, pensamientos perturbadores sobre la vida y la muerte... Aunque, la mayor parte de su cabeza se ocupada de pensar en la muerte. Aquella dulce bendicion que algunos consideraban la peor de las maldiciones.

Caminando entre los escombros, alzó la vista mirando a la luna, aquella resplandeciente luna llena que era lo único que le daba luz y vida a ese lugar tan desolado. Comenzó a pensar... ¿Por qué le había tocado esa vida?

El día esperado, finalmente estaba culminando y nada extraño había sucedido, afortunadamente. Me encontraba sentado bajo la glorieta de aquella antigua iglesia, si, aquella que ahora se encontraba en ruinas, devastada y con señales de odio y sufrimiento por donde se mirara, la oscuridad comenzaba a impregnar el ambiente de tristeza y el sol empezaba a desaparecer.

Era la hora, de forma ágil y antes de que la oscuridad se adueñara de todo, fui encendiendo antorchas por todas partes, en lugares estratégicos y poniéndole un liquido especial para que no se apagara en horas, nuevamente llegaba la difícil vigilancia por aquellos lares, que por culpa mía había quedado plagado de seres, seres oscuros y alguno no tanto, pero peligrosos todos si no sabían tratarse cómo era.
Ya finalmente luego de encender todas las antorchas por donde iba, pase caminando apresurado por uno de los agujeros y por poco me pareció ver a una chica, pero ¿en que pensaba? Todo el mundo sabía que aquel lugar era lo peor de lo peor, y solo yo o gente que deseaba morir de la peor forma se presentaba en la noche, así que simplemente seguí mi camino, hasta quedar debajo de la cruz que intacta seguía en el lugar, para quedarme a la espera.

Comenzaba a caminar sin rumbo entre aquellos escombros, pateando cada piedra que se cruzaba en mi camino mientras mi cabeza pensaba en mil y un cosas a la vez... La soledad era mi única amiga en ese momento, la única que podía escuchar mis penas y que podía consolarme. ¿Por qué me habría tocado aquella vida? Prefería arder en las oscuras llamas del infierno que llevar aquella clase de vida... La maldita vida eterna.

Envidiaba y odiaba intensamente a los humanos... Los envidiaba porque tenían el poder de quitarse la vida o simplemente quedarse con ella hasta que la muerte toque su puerta... y los odiaba, porque muchos de ellos preferían mil veces la vida eterna, sin saber lo horrible que era.

De repente, sentí una presencia en aquel lugar supuestamente desolado. Me di la vuelta y agudize la vista, viendo a lo lejos algunas antorchas prendidas. ¿Quién las habría encendido?, agudice la vista de nuevo y pude ver a un hombre a lo lejos, debajo de la cruz anteriormente vista. Me acerqué sigilosamente hasta estar a una distancia prudente de él.

- Hey! ¿Quén eres y qué haces aquí a estas horas?... - Le pregunté curiosa...

Mi respiración estaba agitada, el frío comenzaba a caer y ya todo estaba oscuro, por eso fue que sacando unas gafas negras de uno de los bolsillos de un bolso estilo militar que tantos bolsillos tenía, me las coloque para así poder ver en la oscuridad, me alegraba de ser tan inteligente y saber crear cosas, porque aquello era un gran avance para los humanos y más para un humano como yo, que tenía toda la eternidad para aprender, experimentar y crear.
Ya con las gafas colocadas y bien ajustadas para que no se cayeran, comencé a mirar para todos lados de forma lenta, viendo de tanto en tanto nubes de vapor que de mi respiración salían y desaparecían a los segundos, me agache nuevamente y de otro bolsillo ahora este más grande, una escopeta un tanto rustica que tenía registrada unas letras en latín, era un arma especial echa solamente para matar bestias.
No pude evitar sobresaltarme un poco cuándo de la nada salió una jovencita que a primera vista era bastante hermosa, de seguro la misma que rato antes había visto de pie y que había pensando que era solo cosa de mi imaginación. Sin decir nada me quede escuchándole.
- Soy un alma, con la maldición de vigilar este lugar por el resto de las noches frías de la eternidad....- comenté en un tono frío, analizando con los ojos a aquella misteriosa señorita.- Te pregunto lo mismo a ti...- finalicé.

Comenzé a examinarlo con la mirada sin dejar de detallar cada parte de él. Me parecia muy conocido, era algo extraño, como si lo conociera pero a la vez no tenía idea de quién era. Me rasque la cabeza tratando de exprimir mi cerebro en busca de algo que me recordara a él.. Nada.

Parecía un humano, pero no entendía muy bien aquello de 'toda la eternidad'. Sería una expresión de ellos para referirse hasta que la muerte llegue... La dulce muerte que tanto ansiaba que tocara mi puerta, pero que eso sería practicamente imposible. ¡Demonios!

- Yo... Simplemente soy un alma que vagará en compañía de la luna y la soledad por toda la eternidad, esperando la muerte que nunca llegará.. - Dije de manera poetica(?) - Y dime.. ¿Por qué tienes que vigilar este lugar? Alguien como tú moriria muy rápido aquí.. - Sonreía a medias.

Sin decir palabra alguna más, mis ojos se posaron en la señorita, extraña por cierto, que se había posado delante de mis ojos en aquella fría y oscura noche, cómo ya era normal en el pueblo. Algo de ella, no se qué me atraía, era bella ciertamente y más por su contextura física, tan delgada que daba un aire de delicadeza extrema, parecía que se fuera a quebrar si alguien brusco la tomaba. Es por eso que me quede quieto, sin moverme en lo más mínimo.

Me quede escuchando cuándo me dijo quién era, aunque aun no me había respondido de forma correcta a lo que preguntaba, pero que decía? un alma eterna? sería cómo yo?, todo eso pasaba por mi cabeza en esos momentos, cosas confusas. Luego escuche cómo decía que alguien cómo yo moriría en un lugar cómo ese, eso me dio mucha gracia y hasta creo que sonreí.
- Morir yo? Jajajaja, si ya quisiera, creo que soy el más letal de este lugar y es por eso que estoy encargado de eliminar las bestias que salen desde las catacumbas de esta iglesia por la noche....- dije lentamente, volviendo a mirarla.- Y ahora responderme, qué eres? -pregunté finalmente.